21 noviembre 2013

Viaje al otro lado del mundo

Quiero compartir con vosotros mis impresiones de mi última aventura. Para comenzar el lugar escogido se encuentra al otro lado del mundo: Nueva Zelanda, tierra de maorís. O como los nativos lo llaman: 
Aotearoa que significa "tierra de la gran nube blanca".
SI tuviera que recumir el viaje, diría que ha sido un viaje donde he conectado con la naturaleza, he descubierto nuevos paisajes impresionantes con plantas nunca vistas y nuevas tonalidades de colores.

Para que os ubiqués, Nueva Zelanda es un país en el suroeste del océano Pacífico formado por dos grandes islas: la Isla Norte y la Isla Sur.



La población es 4,4 millones de habitantes y básicamente se concentra en la isla norte. Yo solo estuve en la Isla Norte y puedo decir que era realmente mágica, aunque dicen que ambas islas son bellísimas.

Es difícil de explicar, pero hay lugares donde uno se siente “como en casa”, donde conecta, donde todo fluye, donde todo parece sencillo y eso ocurre allí, o al menos, así me ocurrió a mí.

Sus preciosos lagos, volcanes nevados, frondosos bosques de helechos, sus bonitas casas de madera y la cálida acogida de su gente son solo pinceladas que pueden dar una idea de cómo fueron mis días allí.

En este país puedes encontrar gente de todas partes del mundo, que ha llegado aquí en busca de una vida nueva y tranquila, por ello, nunca te sientes extranjero del todo, si no uno más.
Los kiwis, (como así se conoce a los nacidos neozelandeses), están bien orgullosos de serlo pero prácticamente muchos de ellos cuentan con antepasados directos ingleses, escoceses, samoanos o indios.

Todo este mosaico de culturas está bien presente en todo el país: así la comida tiene mucha influencia asiática, puedes ver casas estilo british total, o pasearte por el típico establecimiento lleno de miles  de tipos de especias al curry. Fusión total.
Un claro ejemplo de la conexión de la gente que allí vive con la naturaleza es que es algo bien común ver a gente descalza paseando tranquilamente por la calle, sobre todo, niños y jóvenes al más puro estilo “ easy way” y es que no hay prisa, solo vivir al ritmo que va dictando el día…

Por último, un precioso símbolo que veneran los maorís. (Los maorís fueron los primeros pobladores conocidos, provenientes de alguna isla polinesia y que llegaron en canoa hacia el año 1.300 dC).



El símbolo de la foto es un helecho, que antes de desenvolverse presenta esta forma de espiral. La espiral, es el símbolo del nacimiento, de la vida. Los maorís lo representan muy a menudo y hacen colgantes con este símbolo usando la piedra de jade. Este símbolo representa el proceso de volver al mismo punto una y otra vez, pero en un nivel diferente.

En definitiva, un experiencia única e inolvidable.

Laura

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